Se encendieron las luces del apartamento y se encontraba Rev parada en la cocina observando a Mitchel hecho un desastre en el sofá y a Lorenzo dormido en el suelo.
Rev se encontraba con el pelo amarrado en forma de dona, su uniforme azul de enfermera estaba manchado con sangre y en su cara se notaba el maratón de horas que había perdurado esta semana. Rev estaba decepcionada con la escena que encontró en su casa.
“¿Qué tú haces aquí?” preguntó Mitchel. “Salí antes de tiempo… Me dieron el fin de semana libre, pero veo que no estaban esperando por mi” Mitchel se levanta del sofá concentrado, enfocado en no perder su balance.
“Qué bueno que viniste, para que cargues a Lorenzo a la cama, porque yo no puedo. “¿Cómo que no puedes? ¿Yo acabo de llegar del hospital después de una semana y tú quieres que yo lo cargue cuando tú llevas todo el día aquí haciendo nada?”
“¡Ay no me vengas con el lloriqueo de que llevas la semana salvando el mundo y coje al nene del piso ya, que yo no puedo porque creo que tengo una costilla rota!¨
Rev quedó sorprendida con la actitud de Mitchel y se movió a recoger a Lorenzo y llevarlo al cuarto. “Prende la luz en lo que llevó al nene al cuarto para verificarte cuando vuelva” Dice Rev mientras desaparece en la oscuridad del pasillo con Lorenzo entre sus brazos.
Mitchel no se mueve, se queda tirado en el sofá como un trapo. No tiene la energía para hacerlo. Lo que más le preocupa es la interacción que va a tener con Rev en segundos.
Tiene un olor hediondo a alcohol que no va a poder esconder. El tambaleo lo podía justificar con la caída por las escaleras, pero el alcohol no. Ya sabe por dónde Rev va a joder.
Que está siendo un padre irresponsable. Que está dando un mal ejemplo a su hijo y que hasta lo está poniendo en peligro. Mitchel sabe todo eso, pero nada de eso le importa, por que se siente como mierda.
“¿Enserio no pudiste prender la luz, Mitchel? ¡Carajo!” Rev sube el switch y el cuarto se ilumina. Mitchel se tapa los ojos porque la claridad que la bombilla está produciendo insulta los ojos rojos y resecos que porta en su cara.
Rev:“¿Qué te pasó?”
Mitch:“¿Qué te importa?”
Rev: “¡Ay! aquí vamos otra vez con las niñerías.”
Mitch:“¡Que no son niñerías, que me caí por las escaleras puñeta, me duele todo el cuerpo por pendejo!”
Rev:“¿Y no podías decir eso desde el principio?, ¿Que se supone que yo sea? ¿Adivina?”
Mitch:“ No te quería decir- Total ¿Qué te importa a ti?, no es como si el dolor que yo sufro te importara”
Mitchel se quita la camisa y se trata de sentar derecho, pero el dolor no se lo permite completamente. Rev se sienta al lado de Mitchel y empieza a inspeccionar la espalda baja de su esposo.
Rev:“Te diste bien duro, debes tener más cuidado… ¿Cómo pasó esto?” Mitchel se queda callado y pretende no escuchar la pregunta; sigue mirando al techo mientras las manos frías y porosas de Rev se deslizan en su espalda. “¿Qué? ¿No me vas a hablar?”
De la misma manera que Mitchel ya la había ignorado, volvió a hacerlo. Mitchel solo quiere que termine y que lo deje en paz.
MItch:“¡Ouch! ¿Qué carajo?”, dice Mitchel justo después de sentir como Rev le presionó sus dedos en las costillas.
Rev: Pa’ que hagas caso”
Mitch: “Ya ni me toques”
Mitchel trata de pararse, pero pierde el balance y cae en el suelo.
“¡Mitchel!”
“No me toques”
“¿Qué te pasa?”
“Tú sabes muy bien qué pasa”
“Mitchel, eso… Eso fue hace dos semanas ya”
“¿Y? Eso no significa que te tengo que perdonar. No me vengas ahora con el acto de la esposa preocupada”
“¿Qué más tengo que hacer para que me perdones Mitchel? Estaba bajo estrés, tú estabas odioso, yo había bebido un poco y estaba muy frustrada con el trabajo. Sabes que no he podido dormir casi. Sabes que el cerebro no funciona igual cuando uno pierde horas de descanso y en mi caso días de sueños.”
Mitchel está en el suelo moldeando su figura a la losa fría del apartamento procesando lo que su esposa le acababa de decir. Mitchel entendía que hay cierta racionalidad tras lo que Rev acaba de decir.
Sí, es cierto que la ha estado pasando difícil en los últimos meses, pero quien no. Todo el mundo la está pasando horrible. Eso no es excusa para tratar a la gente mal, eso no es excusa para lastimar a las personas más cercanas a ti.
Mitchel reconoce que este no era el mejor momento para discutir, que con su falta de balance y coherencia no podría formular argumentos razonables, pero la osadía temporera provista por el alcohol y la rabia que llevaba conteniendo por semanas tomó control de sus acciones, y la mente de Mitchel perdió toda noción de autocontrol.
“Si no te callas y si no me dejas en paz, te juro que te voy a matar” las palabras salieron de la boca de Mitchel sin su permiso.
“Ay Mitchel, estás borracho; vamos a la cama y podemos hablar de esto mañana. Total, no tengo energía para este show; párate, dame la mano para poderte ayudar a llegar al cuarto”
Rev le extiende su mano derecha a su esposo para ayudarlo, pero lo único que recibe es la sensación de la brisa que entró por la venta en sus dedos desnudos y vacíos.
Los ojos de Mitchel poseían un odio que Rev nunca había visto antes y ella sabía que el altercado que tuvieron unas semanas atrás había destruido lo que quedaba de amor entre ellos.
Rev entendía que ya era hora de admitirlo y pues no hay un mejor momento que el presente para arrancar el problema de raíz.
“Mitchel… Entiendo que no hay amor entre nosotros ya y entiendo que en estos momentos me odies y lo lamento, nunca pensé que nuestra relación iba llegar a esto y mucho menos terminar así. Creía que la terapia de parejas nos podría ayudar, pero no creo que sobrevivamos hasta que esta pandemia acabe. Por el bien de Lorenzo, Mitch… Tenemos que preservar una relación amigable.”
La sombra del silencio poseyó la sala del apartamento. La falta de autos y personas en la calle acentuaban esa sensación de aislamiento que ambos sufrían mientras los pilares de su relación se derrumban.
Con la poca fuerza que a Mitchel le queda, se intenta poner de pies mientras sus rodillas le tiemblan y la sangre corre a lo largo de sus pies. “¿Así es que vamos a terminar esto? Llevo semanas sintiéndome como mierda y ¿así es como lo vamos a terminar?, no creo”
“Mitch, es lo correcto, sé que ya te hice daño y no quiero que nadie diga algo o haga algo de lo que nos vayamos arrepentir”
“¡Es que ya tú hiciste algo!”
Mitchel logra pararse y se tira contra la pared reposando el peso de su cuerpo contra el cemento que los rodeaban.
“Me estás diciendo, que yo no voy a tener la oportunidad de desquitarme y de soltar todo lo que tengo que decir, tú estás loca si crees que no vas a escuchar lo que tengo que decir.”
Rev internaliza las palabras de Mitchel y sabe que es justo escucharlo, le da pena lo que ve. Ese cuerpo todo lastimado y el espíritu quebrantado de su esposo son evidentes, son palpables. Cualquier persona que ve a Mitchel entiende que él ya no es feliz y que él no está saludable.
“Oka, te voy a escuchar. Pero, primero me voy a servir un trago porque ya son las 11pm y sé que esta noche va a ser larga. ¿Quieres uno?”
Mitchel sube y baja su cabeza como señal de afirmación a la propuesta y Rev desliza sus pies a la cocina tratando de no hacer ruido evitando que su hijo se levante.
“Veo que te tomaste todo el vodka. No me sorprende, nunca te gustó el whiskey, pero te lo tomabas conmigo porque sabías que me gustaba.
Nunca tuve nada de qué quejarme sobre ti, Mitch; realmente te amo, aunque no lo creas.
Aquel día en el que te pegué por primera vez no fue por ninguna razón personal, pero sentí algo ese día que me había aludido por años. Por primera vez sentí que tenía control. ¿A la roca o quieres agua carbonatada?”
“A la roca”
Mitchel está sorprendido con la precisión y calma que Rev está actuando, parecían indicios de una persona sociopática. Rev le da el vaso medio lleno con el líquido color roble japonés y se para frente a Mitchel.
“Habla Mitch, tienes toda mi atención”
Una lluvia fugaz de pensamientos caía en la conciencia de Mitchel, pero ninguna salía de su boca. Este era el momento que él estaba esperando, en el que iba hacer el Macho que su padre quería, donde iba a cantarle todas las verdades en la cara a Rev, el momento en el que la iba a poner en su sitio; pero eso no pasó.
Mitchel alzó su vaso hacia sus labios mientras sus manos temblaban. Unas cuantas salpicaduras del licor se plasmaron en la loza blanca que estaba bajo los pies de la pareja; y junto con ellas las lágrimas de Mitchel.
“Rev yo te amaba, yo te amo; pero me dejaste solo. Me siento solo, el dolor que siento dentro de mi no proviene de la vez que me pegaste, eso solo fue la gota final.
Antes de que la pandemia comenzará ya te encontrabas distante. Yo lo único que quería es que me amaras como yo te amé a ti. Yo esperaba que cuando perdí mi trabajo estuvieras para mí como cuando yo lo estuve para ti cuando tú no tenías el tuyo.
Me partiste el corazón y me dejaste solo. Creía que éramos un equipo, creía que estarías para mí, pero así no fue. Y ahora solo queda que terminemos.
Aunque aquí estoy llorando por na’ porque uno no puede perder lo que nunca tuve., todos nacemos solos en este mundo y de la misma manera morimos, ¿por qué no vivir en soledad también?
Yo no quería ni tener un hijo y lo tuve por ti, yo no quería vivir aquí y lo hice por ti y cuando más te necesitaba no pudiste estar para mí.”
Mitchel se sienta en el piso llorando, poniendo su vaso al lado y Rev lo sigue. Mientras Mitchel se enfoca en el suelo Rev le tira los brazos para abrazarlos. El tiempo dejó de ser relevante en ese momento. La furia, el rencor y el resentimiento dejaron de ser relevantes en ese momento.
Los únicos sonidos que salían de ese apartamento eran unos gemidos, unos llantos, unos cuantos “lo siento” y unos cuantos “te amo”, hasta que ambos se quedaron dormidos entre sus brazos.